lunes, 9 de septiembre de 2013

La Magia de ser Potterhead: Capítulo cuatro

—Ven aquí inmediatamente. Me temo que tendré que hacerte un encantamiento de memoria.
—Pero, directora...—intento protestar.
—¡NO PUEDE HACERLO!—el grito de Erika me sobresalta—¡ESTÁ ESTROPEANDO UN SUEÑO! ¡ELLA LO SABE TODO SOBRE NOSOTROS, Y NO VA A DECIRLE NADA A NADIE! ¡LA TOMARÍAN POR LOC...!—creo que se ha dado cuenta de que está hablando con su directora—señora Jepsen, Alina no va a causar ningún problema, es como si fuese una squib, le aseguro que...
—Ya he oído bastante, señorita Scamander. Retírese a su habitación.
—Pero...
—Déjeme sola con la señorita Morales.
—Está bien.
Y se marcha.

Me deja sola, mirando a los ojos marrones de la directora Jepsen, que asoman por encima de sus gafas de media luna.
No dice nada, puede que esté esperando a que hable yo primero...
Así que le explico la historia de todos los niños de mi país, y probablemente del mundo entero. La misma que le conté a Erika.

—Así que digamos que es usted un ejemplo a seguir para todos los muggles...
—No soy un ejemplo a seguir porque nunca nadie sabrá que he estado aquí, señora.
—¿Y conoces toda la vida de Harry Potter?
—Sólo hasta después de derrotar a Voldemort, señora.
Veo que me examina de arriba a abajo.
—¿Estarás quieta sin hacer nada, prestando atención a las clases pero sólo escuchando, y no alterarás el orden normal de esta escuela ni distraerás a sus alumnos?
—Por supuesto, señora.
—En ese caso... puedes quedarte.
Me siento explotar de alegría y me muero por ponerme a saltar y a chillar. Pero he prometido no alterar el orden, así que asiento con la cabeza y me voy del despacho.
Camino por los pasillos y me choco con alguien que va en dirección contraria.
Lucas...—es la primera vez que estamos solos, sin Erika.
—Hola, Alina. Erika me lo ha contado todo.
—Ah...—bajo la vista, pero él me levanta la barbilla con una mano para que lo mire.
—Me parece que eres muy valiente—suelta mi barbilla, y me sonríe. Tiene unos ojos preciosos...
—Gracias—me sonrojo, y yo también le dedico una sonrisa.
—¿Qué tal te ha ido con la directora?
—Pues...—esta vez no logro contener mi euforia—¡Ha dicho que puedo quedarme!—Empiezo a saltar y a chillar, y él se ríe e intenta pararme. Al final logra sostenerme por los hombros.
—¡Eh, eh!—suelta una carcajada al ver que intento liberarme. Me mira a los ojos, otra vez—me alegro por ti. Me alegro mucho por ti, Alina.—nos quedamos un rato así, mirándonos a los ojos, pensando en la remota posibilidad de que nos estuviéramos... eso, del otro. Al cabo de un minuto que se me hace demasiado corto (desearía estar siempre contemplando los ojos de Lucas), él dice:
—Debes irte. Erika estará deseando oír la buena noticia.
—Tienes razón. Bueno... hasta luego.
—Hasta la cena—dice, sonriendo. Y se aleja mientras yo lo observo.
¿Será posible que sólo le conozca de un día y ya me esté enam... ya me guste un poco?

Por suerte, cuando llego a la puerta de la sala común de Ravenclaw ya hay una chica resolviendo el enigma y paso detrás de ella. Erika me espera sentada en un sillón. En cuando me ve, se pone de pie y viene corriendo hacia mí. Intento ponerme seria para gastarle una broma, pero obviamente no se la traga. Claro, es Erika.
—¡Te deja quedarte!—Las dos chillamos, saltamos y hacemos todo el ruido que en el pasillo, Lucas me ha impedido hacer.

Cuando Erika y yo bajamos a cenar, la gente gira la cabeza al verme pasar, especialmente los de Ravenclaw. Claro, no paso ni mucho menos por una chica de primer curso.
Después de chocar con unos alumnos de primero algo perdidos, llegamos a la mesa del mantel azul y bronce; no puedo evitar echarle un vistazo a la mesa de Gryffindor; en seguida diviso a Lucas, comiendo a toda prisa. Erika se da cuenta, y creo que empieza a sospechar.
—Oh, tranquila, en cuanto termine de comer se unirá a nosotras. Aunque hoy tiene bastante prisa por venir, como puedes observar—me guiña el ojo. Definitivamente, ya lo sabe. Ya sabe lo que siento por Lucas.
—G-genial—contesto, y esbozo una media sonrisa.
La directora se levanta en mitad de la cena y, para mi sorpresa, empieza a hablar de mí.
—Quiero dar la bienvenida a Alina Morales. Alina es de España, y se alojará aquí con nosotros, en la casa de Ravenclaw, con el apoyo de Erika Scamander. Lo sabe todo sobre nosotros. Su sueño siempre ha sido visitar Hogwarts, y nosotros le hemos concedido esa ilusión a pesar de que sea... muggle.
El Gran Comedor se llena de susurros. Susurran en Hufflepuff, en Gryffindor, En Slytherin... y sobre todo en Ravenclaw.
Y a partir de ahí es cuando mi popularidad aumenta radicalmente.
Todos quieren conocer a La Excepción (ya tengo un apodo), a La Excepción de las leyes del mundo mágico. Mi mesa se llena de gente de todas las casas (me sorprende ver a unos simpatiquísimos chicos y chicas de Slytherin, supongo que la Batalla de Hogwarts lo cambió todo).
Después de una larga entrevista por parte de los alumnos de todos los cursos, Erika tira de mí hacia fuera de la multitud.
—¡Uf, Gracias!
—No hay de qué. Ya que puedes quedarte en Hogwarts, que al menos sea de una pieza—su habitual guiño, dejando abierto el ojo izquierdo y cerrando el derecho.
—¿Dónde...?—me sonrojo; no quiero nombrar a Lucas así, tan de repente; aunque mi amiga ya me haya descubierto. Sin embargo, mi amiga se llama Erika.
—Está allí—señala con la cabeza hacia la mesa de Gryffindor. La gente, al ver que me iba, ha empezado a salir del comedor. Pero él no; espera pacientemente en la mesa de su casa, mientras, como siempre, sonríe.
—¿Vamos, Lucas?—dice Erika.
—Vamos, Erika.
Mis amigos van delante, hablando de sus cosas; yo los sigo por detrás, observando a Lucas y su pelo rojizo. Erika, cómo no, sabe en seguida lo que quiero.
—Bueno, yo me adelanto; tengo que ir al servicio—y se va corriendo.
La miro mientras se aleja; menuda chica tan lista. Adelanto el paso y me pongo a la altura de Lucas.
—Me pareció que todas esas personas te iban a aplastar—me dice.
Suelto una risita nerviosa. Maldita sea, ¿qué digo ahora?
—Bueno, por suerte no lo han hecho. Por una vez que consigo llegar a Hogwarts...—creo que eso ha estado bien. Miro al suelo, roja como un tomate.
Lucas se ríe. ¿Por qué se ríe? ¿Se ríe de mí? No, ¿verdad? ¿O sí?
—¿Por qué siempre agachas la cabeza cuando te hablo?—la levanto automáticamente, como un soldado que saluda a su general. Eso le hace reír aún más.
Llegamos al cruce de pasillos en el que tenemos que separarnos. Así que suelto:
—Sabes perfectamente por qué hago eso.
—¿El qué?
—Agachar la cabeza—eso, por supuesto, me hace agacharla. "Hazlo", pienso, y como si hubiese escuchado mis pensamientos, Lucas me vuelve a sostener la barbilla con su mano.
Y me da un beso entre los ojos.
—Buenas noches, Alina.
Me pongo roja; pero antes de que pueda marcharse le agarro por el brazo, le atraigo hacia mí y le doy un fuerte abrazo. Él, tras recuperarse de la sorpresa, me lo devuelve aún más fuerte, y yo siento que floto sobre una nube.
—Buenas noches, Lucas—susurro.
Pero aún tiene que pasar un minuto más para que nos soltemos y cada uno coja su camino.
Cuando llego a la puerta de la sala, me encuentro a Erika esperándome. Cuando me ve, me sonríe, dice la respuesta del enigma rápidamente y me conduce al dormitorio. No me pide explicaciones, no me dice que le cuente qué ha pasado en el pasillo. Sólo me da un beso en la mejilla y me dice:
—Que descanses.
Me lo dice porque es lo que tengo que hacer.
Ha sido un día lleno de emociones: confusión, alegría, tensión, sinceridad, tristeza, euforia, amor. ¿Amor? Sí, no lo puedo seguir escondiendo. Es amor.
Y mientras se me cierran los párpados, lo resumo todo en una frase.

Hoy ha sido mi primer día en Hogwarts.

4 comentarios:

  1. Y tú decías que no me iba a gustar, eh? Que mal me conoces niña. MUY MAL. Y más te vale escribir rapidito eins? (Quien fuera Alina)

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  2. TE ODIO :( (eso significa q me encanta xD) *-* amooo a Lucas *O*

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